Lejos de ser únicamente un recipiente, una copa de vino forma parte del placer de su disfrute. De ella depende que un determinado licor se oxigene correctamente e, incluso, que mantenga su temperatura. Es precisamente la copa de vino la que hace que podamos acariciarlo y es cuando las copas de cristal son la elección perfecta, no solo para el vino si para otras bebidas.