No hay otra capital europea donde el hogar sea, literalmente, una posesión tan querida como Londres, un lugar donde su código postal puede ser una poderosa tarjeta de presentación. Cualquiera que haya paseado alguna vez por los diversos barrios de la ciudad, probablemente haya experimentado una gran curiosidad, si no envidia, de los residentes por vivir en una ciudad histórica, elegante y a su vez completamente moderna.